Si has tenido o tienes miedo al rechazo esta historia es especial para ti.
Vamos a hacer un viaje largo. Exterior e interior.
Punto de partida: Alemania, hace más o menos cien años.
Clara Eleonore, Clärenore, es una chica que no quiere ser menos que sus dos hermanos mayores.
Le arranca a su padre, uno de los hombres más ricos de Mülheim, región de la Cuenca del Ruhr, la concesión de llevar pantalones en la playa, igual que los varones.
También quiere jugar con soldados, castillos, cañones, ferrocarriles. Como ellos.
¡Faltaría más!
En otros aspectos tampoco se ajusta a las expectativas de su madre, que la quiere como asistenta en la crianza de los cuatro hermanitos menores que completan la familia.
No.
La joven prefiere estar al corriente de los negocios de papá, que también es influyente como diputado del partido liberal (DVP) en el Reichtag.
Clärenore termina los estudios en el liceo de su ciudad, completa una formación sobre economía agrícola y viaja nueve meses por Sudamérica en nombre de su padre para inspeccionar las propiedades y explotaciones de la familia Stinnes.
Eso sí que es vida para ella.
Pero en 1924, de repente, tras una operación de la vesícula biliar, el gran patriarca fallece.
Los hermanos se pelean por la herencia y Clärenore se postula por un lugar directivo en el enorme conglomerado empresarial que ha dejado su progenitor. Pero la madre le devuelve un no.
“Ese no es trabajo para una mujer. Mejor te casas y creas tu propia familia”.
Muy enojada, con 23 años, la chica hace las maletas y se muda a Berlín.
Allí, tras una experiencia difícil, una filial automovilística que había pertenecido a su padre le ofrece un trabajo como piloto de carreras con fines publicitarios.
A Clärenore le fascinan los coches desde niña. Se sabe de memoria todos los modelos y tipos de motor.
Y se había sacado el permiso de conducción con 18 años.
A pesar de las protestas familiares, decide participar en los rallies, aunque bajo seudónimo. A partir de entonces, corre todos los fines de semana y gana unos cuantos premios.
En 1925, como única mujer entre 52 participantes, compite en una carrera que atraviesa Rusia y se alza con la victoria.
Su nombre, el real, Clärenore Stinnes, aparece incluso en el New York Times bajo el titular “La chica más extraña de Alemania”.
Ella ambiciona aún más. Sueña con dar la vuelta al mundo en automóvil.
Su familia la vuelve a rechazar. Le niega todo apoyo financiero. Pero Clärenore convence a grandes multinacionales alemanas para que la patrocinen. Recauda 100.000 marcos de la época, la empresa Adler le regala una limosina moderna, se hace con un pasaporte con facilidades diplomáticas y en los consulados alemanes en el extranjero la auxiliarán con piezas de automóviles de recambio.
El 25 de mayo de 1927 arranca la aventura acompañada de dos mecánicos y un camarógrafo sueco que documenta todo el viaje.
De este a oeste. Europa, Oriente Medio, Rusia, Asia, América del Norte, América del Sur, de nuevo América del Norte para llegar el 24 de junio de 1929 a Berlín.
Una travesía de 49.244 kilómetros, por 23 países, con extremo calor y frío, diferentes averías, accidentes y múltiples peligros.
Era una época, por supuesto, donde apenas había buenas carreteras en las grandes urbes. Y muy pocas gasolineras. Además, se toparon con el hielo siberiano, atracos de ladrones, autoridades déspotas, lobos, hambre, sed… pero también tuvieron entrañables encuentros con nobles chinos, grandes empresarios, el presidente de los EE. UU., Herbert Hoover, y buena gente común. “Llamé mucho la atención entre las mujeres. Las principales preguntas eran sobre mi edad y mi estado civil”, admitió Clärenore Stinnes.
Durante el paso por Rusia, los dos mecánicos de la expedición se largaron. Carl-Axel Söderström, el camarógrafo sueco, se quedó con ella para siempre. Fue su marido y padre de sus hijos. Tras la Segunda Guerra Mundial, dirigieron una granja en Suecia. Clärenore llegó a ser una líder encomiable de la Cruz Roja en ese país.
Y, por supuesto, disfrutó conduciendo largas distancias en un Volvo hasta una edad muy avanzada.
A todo gas.
Clärenore fue valiente en una época adversa. Rompió convenciones e incluso con parte de su familia que la había rechazado.
Actuó sin miedo a lo incierto y sin temor al-qué-dirán. Se lanzó a hacer kilómetros sin garantías de ningún tipo, pero su voluntad de seguir adelante y de aprender de cada obstáculo le permitieron asumir un rol impensable para su época: viajera, mecánica, exploradora, líder de ruta y de su propia vida.
Su experiencia nos recuerda algo muy valioso:
Si esperas a tener garantías de algo y a tener la aprobación de todos, nunca harás nada extraordinario.
Así que empecemos a dar gas.
¿Dónde están hoy en ti esas carreteras que parecen intransitables? ¿Qué parte de ti está esperando que tomes el volante, aunque el destino no parezca claro?
Muchas gracias Isaac, sí podría usarlo😅. Mí padre me contó alguna vez su historia y revisé hace algún tiempo en Wikipedia 👌🏻✨
Isaac... Esa es una bella historia. La conocía pero no con tanto detalle. Gracias. Que te puedo decir... Auuu "a veces hay que ir por ahí con seudónimo" y ejercitar a la Rebelde Creativa 😅